martes, 1 de enero de 2008

Sobre alabanciosos padres, presumidos hijos y la pedantería a nivel amical.

Todos en principio creemos merecernos lo mejor y esta bien que así sea, independientemente del grado de egocentrismo que tengamos, manifestación narcisista de un orgullo desmedido, ególatra reacción, pedante comentario, vanidosa actitud, presumida acotación, soberbia postura por un elevado amor propio, arrogante desaire, petulante encomio por un temperamento altanero, exaltada inmodestia, huachafa ornamentación, absurda glorificación, ensalzamiento exagerado de la belleza propia, aspecto corporal, cuantía material, capacidad, nombre, grado, exclusivo y aristocrático, poco común, compuesto o foráneo apellido de linaje colonial ibérico, ítalo, franco o celta, torpeza social que fuera de los muchos complejos que tengamos, incluso de la marcada inclinación irritable que experimentan algunas personas en situaciones límite, todo esto sigue un único patrón de conducta, aquel fuerte afán de figuración, furor o arrebato, haciendo referencia a las diferentes muestras de superioridad (por estar el la supremacía social), en la cresta de la ola, clasista diferenciación. Acaso haya notado esta actitud en personas que de continuo se jactan, pues si.

Parece no funcionar la diplomacia llevada al nivel amical, los inoportunos y entonados comentarios tan rimbombantes y pomposos en inadecuados momentos, como desesperadamente contarlo todo en un segundo, que pretenden alejarse de las convenciones sociales que deberían restringir estas actitudes por escaparse de todo protocolo, me refiero a la exagerada presentación pública, que sumado al temperamento histriónico, es decir, recargado, que algunos tienen al momento de manifestar su ubicación social, condición académica o posición económica, pero primero asegurándose una gran tribuna con un alto podio, dejando un indicio de aquella reacción de alucinarse estar muy por encima de los demás ninguneando y metiendo a todos en un  mismo saco, pues de alguna manera estas actitudes de hacen notar saliendo a flote los denominados actos fallidos, o sea, lo que muy en el fondo se pensó pero no se quiso decir pero se dijo.

Esto alude desde las petulantes acotaciones de algunos padres hacia sus hijos, pasando por fingidas posturas hacia los mismos que como es de costumbre pareciera que estamos obligados a cederles el paso y rendirles pleitesía, es que claro, son los hijos o hijas de esas madres alabanciosas, aunque para muchos de trataría de intrascendentes  manifestaciones de personas fatuas que se sienten favorecidas con estas condiciones adquiridas, como cual madre presurosa a que su hija sea reconocida por esos cinco minutos de fama al descargar majestuosas e increíbles hazañas: "mis hijas son todas unas se-ño-ri-tas", aunque juzguemos con conocimiento de causa lo contradictorio de tal afirmación, o del padre muy entrometido, proveyéndose entre babas ostentosos comentarios con sus diversas variantes hacia sus hijos: "mi hijito es supermán", "mis hijos y hasta sus piojos, pulgas y garrapatas son todos unos pro-fe-si-o-na-les", o su contraparte los padres vulgares y chabacanos, con argumentos grotescos. Sin dejar atrás a los otros que con postura soberbia de niños presumidos que pretenden ser de algún modo los figurettis, acompañados de toda esa parafernalia fabricada por ellos mismos y ni que decir de las vanidosas hijas con pretenciosos gustos y ridículas posturas, que por considerarse nuevas niñas ricas, exageran su acento de voz de limeñíiiiiiisimas: "...pucha, o sea, manyas, alucíiiiiina", vanagloriándose por lo que les toca, alardeando su suerte cual encopetados personajes que terminan siendo insignificantes fanfarrones con superfluas ambiciones, los que tuvieron la suerte de contar con el apoyo en su momento de una holgada fortuna, para esto hay que recordar y tener muy presente, como un tema aparte que, los que menos tienen, son los que más gastos hacen en proporción a sus ingresos y esto debido a que con un bajo salario, pretenden alcanzar estándares de calidad de vida verdaderamente altos, sutiles arribistas que aprovechan eventualidades para hacerse notar, que distan mucho de los hombres austeros, sabios, sensatos, sobrios y de verdadera estirpe, pero el tamizaje social se encargará de juzgarlos como si se tratara de un acto natural, donde todo cae por su propio peso. 

Aunque no pretendo ser mezquino con los que de manera prudente y como quién no quiere, casi forzados a nuestro interrogatorio, tenemos que sacarles de a pocos sus triunfos y virtudes, logros que parecieran quedar en el olvido, hombres sensatos de temperamento ecuánime y de mujeres sencillas dignas de todo aprecio y admiración.

Blog: “Crónicas desclasificadas” ®

Lima – Perú, 2008