Todos
en principio creemos merecernos lo mejor y esta bien que así sea,
independientemente del grado de egocentrismo que tengamos, manifestación
narcisista de un orgullo desmedido, ególatra reacción, pedante comentario,
vanidosa actitud, presumida acotación, soberbia postura por un elevado amor
propio, arrogante desaire, petulante encomio por un temperamento altanero,
exaltada inmodestia, huachafa ornamentación, absurda glorificación,
ensalzamiento exagerado de la belleza propia, aspecto corporal, cuantía
material, capacidad, nombre, grado, exclusivo y aristocrático, poco común,
compuesto o foráneo apellido de linaje colonial ibérico, ítalo, franco o celta,
torpeza social que fuera de los muchos complejos que tengamos, incluso de la
marcada inclinación irritable que experimentan algunas personas en situaciones
límite, todo esto sigue un único patrón de conducta, aquel fuerte afán de figuración,
furor o arrebato, haciendo referencia a las diferentes muestras de superioridad
(por estar el la supremacía social), en la cresta de la ola, clasista
diferenciación. Acaso haya notado esta actitud en personas que de continuo se
jactan, pues si.
Parece
no funcionar la diplomacia llevada al nivel amical, los inoportunos y entonados
comentarios tan rimbombantes y pomposos en inadecuados momentos, como
desesperadamente contarlo todo en un segundo, que pretenden alejarse de las
convenciones sociales que deberían restringir estas actitudes por escaparse de
todo protocolo, me refiero a la exagerada presentación pública, que sumado al
temperamento histriónico, es decir, recargado, que algunos tienen al momento de
manifestar su ubicación social, condición académica o posición económica, pero
primero asegurándose una gran tribuna con un alto podio, dejando un indicio de
aquella reacción de alucinarse estar muy por encima de los demás ninguneando y
metiendo a todos en un mismo saco, pues
de alguna manera estas actitudes de hacen notar saliendo a flote los denominados
actos fallidos, o sea, lo que muy en el fondo se pensó pero no se quiso decir
pero se dijo.
Esto alude desde las
petulantes acotaciones de algunos padres hacia sus hijos, pasando por fingidas posturas
hacia los mismos que como es de costumbre pareciera que estamos obligados a
cederles el paso y rendirles pleitesía, es que claro, son los hijos o hijas de
esas madres alabanciosas, aunque para muchos de trataría de intrascendentes manifestaciones de personas fatuas que se
sienten favorecidas con estas condiciones adquiridas, como cual madre presurosa
a que su hija sea reconocida por esos cinco minutos de fama al descargar majestuosas e increíbles hazañas: "mis hijas son todas unas se-ño-ri-tas", aunque juzguemos con conocimiento de causa lo contradictorio de tal afirmación, o del padre muy entrometido, proveyéndose entre babas ostentosos comentarios con sus diversas variantes hacia sus hijos: "mi hijito es supermán", "mis hijos y hasta sus piojos, pulgas y garrapatas son todos unos pro-fe-si-o-na-les", o su contraparte los padres vulgares y chabacanos, con argumentos grotescos. Sin dejar atrás a los otros que con postura soberbia de niños presumidos que pretenden ser de algún modo los figurettis, acompañados de toda esa parafernalia fabricada por ellos mismos y ni que decir de las vanidosas hijas con pretenciosos gustos y ridículas posturas, que por considerarse nuevas niñas ricas, exageran su acento de voz de limeñíiiiiiisimas: "...pucha, o sea, manyas, alucíiiiiina", vanagloriándose por lo que les toca, alardeando su suerte cual encopetados personajes que terminan siendo insignificantes fanfarrones con superfluas ambiciones, los que tuvieron la suerte de contar con el apoyo en su momento de una holgada fortuna, para esto hay que recordar y tener muy presente, como un tema aparte que, los que menos tienen, son los que más gastos hacen en proporción a sus ingresos y esto debido a que con un bajo salario, pretenden alcanzar estándares de calidad de vida verdaderamente altos, sutiles arribistas que aprovechan eventualidades para hacerse notar, que distan mucho de los hombres austeros, sabios, sensatos, sobrios y de verdadera estirpe, pero el tamizaje social se encargará de juzgarlos como si se tratara de un acto natural, donde todo cae por su propio peso.
Aunque no pretendo ser mezquino con los que de manera prudente y como quién no quiere, casi forzados a nuestro interrogatorio, tenemos que sacarles de a pocos sus triunfos y virtudes, logros que parecieran quedar en el olvido, hombres sensatos de temperamento ecuánime y de mujeres sencillas dignas de todo aprecio y admiración.
Blog: “Crónicas desclasificadas” ®
Lima – Perú, 2008